15 jun 2012

La Selección de Fútbol del Sahara Occidental

SAHARA OCCIDENTAL: El fútbol de los ignorados

Karlos Zurutuza  

RABUNI, Argelia, jun (IPS)

A su regreso a los campos de refugiados de Argelia, el seleccionado saharaui de fútbol hizo un balance positivo de su participación en el campeonato mundial de naciones no reconocidas por la FIFA, pese a los problemas para mostrar su bandera debido a presiones del gobierno de Marruecos.

De las arenas del desierto al césped del estadio del Kurdistán iraquí, orgullos de representar al Sahara Occidental. Crédito: Karlos Zurutuza/IPS


“Los muchachos se resbalaban en los primeros partidos, pero es normal porque nunca antes habían jugado sobre césped”, explicó Mohammad Bugleida, director de deportes del Ministerio de Juventud de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), cuya independencia proclamada en 1976 es reconocida en la actualidad por 82 países.
Bugleida y el combinado de fútbol que lidera acaban de volver de la región autónoma del Kurdistán iraquí, donde se realizó el quinto torneo de la Neuville Federation Board (NFB), que reúne a 21 naciones sin estado reconocido por la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado).
Con una superficie mayor que la de Gran Bretaña, el Sahara Occidental fue víctima de un proceso de descolonización interrumpido en 1976, cuando España, su antigua potencia colonial, dejó ese territorio en manos de Marruecos y Mauritania.
Desde el alto al fuego en vigor desde 1991, Rabat controla casi todo ese territorio, incluido la costa bañada por el océano Atlántico, mientras que una exigua franja oriental permanece bajo el mando del Frente Popular de Liberación de Saguía al Hamra y Río de Oro, más conocido como Frente Polisario.
Actualmente, entre 200.000 y 250.000 saharauis, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), permanecen refugiados en el desierto de Argelia y dependen exclusivamente de la ayuda internacional.
“Hemos tenido problemas para mostrar nuestra bandera debido a las presiones de Rabat al gobierno autónomo del Kurdistán, pero el público nos ha transmitido su solidaridad y su calor”, añadió Bugleida desde su oficina en el edificio ministerial, en cuya entrada hay una placa que agradece al sureño ayuntamiento español de Granadilla por colaborar en el equipamiento de las oficinas.
Justo en la habitación contigua y perfectamente uniformados con ropa deportiva verde con las siglas de la RASD a su espalda, los 20 jugadores de la escuadra saharaui son agasajados con un almuerzo a base de galletas y café soluble.
Como la mayoría, Cori Maaruf, delantero de 26 años, no oculta su satisfacción tras la expedición.
“Estoy orgulloso de haber escrito una página más en la historia de nuestro pueblo. En nuestra primera participación, hemos quedado en cuarta posición entre nueve selecciones, y eso que solo hemos entrenado cinco días antes del torneo y sobre la arena”, explicó a IPS este joven que ha marcado un gol en el torneo y asegura que no le interesa seguir por televisión la Eurocopa, actualmente en disputa en Polonia y Ucrania.
Con tres goles en su haber (dos contra Darfur y uno contra Occitania), Salah Ahmed fue el máximo goleador de la escuadra local en este mundial.
“El que algún día podamos jugar representando a un país soberano dependerá de la voluntad de Dios”, dijo a IPS este joven de 24 años nacido en el campo de refugiados de Dajla, en el oeste de Argelia. Hasta entonces, el delantero asegura que lucirá con orgullo la enseña nacional saharaui allí donde vaya.
Por su parte, Said Saleh, centrocampista de 21 años, sostuvo tras su segundo viaje fuera de los campos de refugiados que, “mucho más importante que los resultados deportivos, es mostrar al mundo que existimos, que hay un pueblo que se llama Sahara Occidental que sobrevive a pesar de décadas de injusta y brutal ocupación”.
El primer viaje de Saleh fue a España cuando era niño, gracias a la invitación de una familia madrileña.
El secuestro hace siete meses de tres cooperantes, dos españoles y una italiana, junto con la crisis financiera que atraviesa la zona euro han supuesto una drástica merma en el número de niñas y niños saharauis acogidos en familias españolas, así como en la ayuda internacional en su conjunto.
Fuentes del Frente Polisario, la máxima autoridad saharaui reconocida por la ONU desde 1979, han trasladado a IPS su preocupación por los bruscos e inesperados recortes señalados.
Sin sorpresas
El viaje de vuelta desde la región autónoma del Kurdistán iraquí ha pasado por encadenar cuatro aviones y un viaje en autobús a través del desierto argelino.
Visiblemente cansados, los jóvenes futbolistas no ven el momento de volver a sus casas de adobe y techo de uralita con sus familias en el refugio. No obstante, nadie se retira sin cumplir antes con todos sus compromisos.
En mitad de un desierto que parece extenderse hasta el infinito, los jugadores se sacan una foto de grupo justo antes de que Salleh Abdallahi demuestre su virtuosismo con el balón bajo el sol de Argelia y ante las cámaras de RASD TV, la televisión local saharaui.
RASD TV es una organización financiada mayoritariamente por entidades e instituciones vascas y cuya plantilla está compuesta por periodistas locales formados tanto en Argelia como en los mismos campamentos de refugiados.
A la sombra que proyecta el muro que rodea al edificio, el ministro de Juventud y Deporte, Mohammad Molud, habla de una experiencia muy positiva, “tanto a nivel profesional como moral”, a la vez que destaca la “gran motivación que supone en aras de animar a los más jóvenes a hacer deporte”.
Alquilar un campo reglamentario argelino y jugar partidos amistosos contra equipos locales o países vecinos, como Mauritania, son algunas de las propuestas que se barajan para dar continuidad al proyecto.
Por el momento, tanto técnicos como jugadores confían en poder volver a participar en la próxima edición de este torneo en 2014.
En la V Copa Mundial VIVA (VIVA World Cup), realizada a fines de mayo y comienzos de este mes, no hubo sorpresas: ha ganado Kurdistán. No en vano, el combinado kurdo cuenta con cuatro jugadores en la selección iraquí. Darfur ha sido el último clasificado.

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